19 de abril de 2012

Producto global con sabor familiar

Paisaje del olivar

En ocasiones, crecer como empresa está reñido con preservar la calidad de lo ínfimo y lo minucioso. Casas de Hualdo, en cambio, resulta una grata excepción, pues mantiene intactas, pese a su volumen de producción, sus señas de identidad.

Allá por 1986, cuando Francisco Riberas, ideólogo y germen del proyecto Hualdo, adquirió la finca de La Ventilla, pocos intuían que aquel espacio sería el escenario de un productivo y extenso olivar. Entonces todo avanzaba a gatas, pero hoy se trata de un negocio erguido, que produce más de 700 toneladas de aceituna al año, de las que se extraen cuatro varietales de aceite distintas: cornicabra, picual, arbequina y manzanilla.

Huesos sobrantes del proceso de molturación

El olivar, cuya almazara funciona desde 2009 y está situada en la localidad toledana de El Carpio del Tajo, posee 3200 hectáreas del sueño que Riberas emprendió años atrás y que no pudo ver finalizado. En 1996 comenzaron las plantaciones de unos olivos que hoy día acumulan premios por doquier. China, Los Ángeles y España han reconocido la calidad del producto de Casas de Hualdo, y el desembarco no se ha hecho esperar: en Alemania y Polonia ya se puede mojar pan en su delicioso aceite, algo que muestra que el sabor familiar puede tener una proyección global.

La mastodóntica extensión de las tierras no oculta una fijación por la calidad que Enrique Vivas, responsable del área técnica de Casas de Hualdo, relata con una sonrisa. “Tenemos una producción bastante grande para la calidad de nuestro producto. Podríamos elevarla aún más, pero eso iría en detrimento de la calidad del aceite, por eso preferimos no hacerlo. Otros lo han hecho y su aceite ha perdido algo de categoría”, alega mientras muestra, entre orgulloso y ruborizado, las condecoraciones que han recibido sus productos.

Enrique Vivas, responsable del área técnica

Tal es la búsqueda de lo genuino, que en la finca se ha logrado un nuevo sueño: unir, en proporciones perfectas, sus cuatro tipos de aceites, para gestar la mezcla de Reserva de Familia, un producto del que sólo se han comercializado 5000 botellas. Sin embargo, y aunque su nombre pueda llevar a equívoco, no estamos hablando del favorito de la familia. “La que mejor se vende es la arbequina, pero la más mimada es, sin duda, la cornicabra”, descubre Vivas. La varietal cornicabra, propia de la zona, aguanta bien las bajas temperaturas y los climas secos.

Sin embargo, como responsable técnico que es, se queja amargamente de un año escaso de agua. “Este año no ha sido muy bueno en cuanto a lluvia. Tenemos sistemas de riego muy buenos, pero claro, no es lo mismo”, afirma mientras niega con la cabeza y, paradójicamente, caen algunas gotas. A pesar de eso, seguramente Francisco Riberas pasearía orgulloso en medio de los olivos que él mismo plantó.

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