23 de febrero de 2012

El que no sepa sonreír, que no abra tienda


El Allali, A., El Ouardani, F., González, I. (2010). El que no sepa sonreír, que no abra tienda. Gijón, España: Ediciones Trea

Es un hecho: Marruecos evoluciona, a un ritmo considerable, en su forma de entender el comercio y, claro está, las ramificaciones de éste comienzan a asemejarse a las costumbres occidentales. Eso se desprende de este estudio, en el que han puesto su granito de arena la Junta de Andalucía, diversas áreas del CSIC y numerosos investigadores procedentes de distintas universidades españolas, así como la indispensable colaboración de diversos nativos marroquíes.

No obstante, El que no sepa sonreír, que no abra tienda, constituye el segundo trabajo publicado del proyecto de investigación que versa sobre el país norteafricano, tras la publicación, en el año 2007, de Rojo y verde. Hipermercados, supermercados, zocos, venta ambulante... todo es analizado en este libro que constituye un verdadero manual que permite conocer los cambios que se están produciendo en Marruecos y en sus comerciantes, que se adaptan de diversas maneras a las necesidades del consumidor.

Sin embargo, y a pesar de que en este profundo análisis queda de manifiesto la evolución que el país ha experimentado en sus mercados y, por tanto, las similitudes que comienza a manifestar con sus vecinos europeos, las particularidades marroquíes continúan estando presentes, demostrando que Marruecos, por mucho que cambie, siempre poseerá algunos rasgos diferenciales que le hacen único frente al mundo. El libro, además de constatarlo con un aporte de datos nada desdeñable, recurre a la historia de doce personajes, cada uno en su rama de venta (pescado, carne, especias, etc.), para ejemplificar la parte humana de una transformación cada vez más palpable.

Por tanto, El que no sepa sonreír, que no abra tienda, debería simbolizar una referencia para todo aquel que quiera entender el funcionamiento y la evolución de los mercados al otro lado del Estrecho. Pero no sólo eso: el trabajo también desvela las inquietudes, las razones y las realidades de las personas que sonríen al otro lado del mostrador. Y eso enriquece, aún más, este laborioso trabajo de campo.

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